El blog de la Història,
la Geografia i
la Història de l'Art

El blog de la Història, la Geografia i la Història de l'Art

Arxiu de la categoria
'03. Els fonaments de l’Estat liberal espanyol'

La crema de la Fàbrica Bonaplata

Un nou moviment de bullanga, l’agost de 1835, va adreçar-se contra les autoritats militars ja que el general Bassa acudia en una actitud provocadora a castigar els barcelonins després de les primeres bullangues i emparant-se en el context de la Primera Guerra Carlina. Bassa va ser assassinat per un grup d’assaltants i llançat daltabaix del balcó sense que la milícia ni la tropa fessin res per evitar-lo. El cadàver va ser arrossegat i cremat posteriorment a costat de la destrucció de l’estàtua de Ferran VII i la crema de les casetes dels burots i de la fàbrica Bonaplata.

La crema del vapor Bonaplata va ser un acte de ludisme, un atac a la industrialització i mecanització, en un període en que la persistència de la guerra carlina creava dificultats de treball i ocupació. Aquest fet revelava que els burgesos no podien controlar les masses populars amb la facilitat que havien cregut quan van estimular la seva agitació o l’havien tolerada mentre les seves accions respectaven la seva propietat. La crema del Vapor faria néixer el temor a les masses descontrolades, apartaria els més tebis de l’acció revolucionària i donaria lloc a que l’autoritat actués sense contemplacions.

D’aquesta manera es relataven els fets que van culminar amb l’incendi de la fàbrica Bonaplata al diari liberal barceloní El Vapor de 10 d’agost de 1835:

el vapor.jpg

La fuerza impotente de la facción carlista del Norte; los repetidos descalabros que nuestro valiente ejército sufrió en Navarra; el aumento escandaloso de la facción de Cataluña, y su insolente audacia; los asesinatos de los urbanos de Manresa, Camarasa, Reus y otras poblaciones; los continuos robos que diariamente estaban haciendo los facciosos a los ciudadanos más pacíficos y honrados, deteniéndolos en los caminos públicos o sacándolos de su casa para exigirles por su libertad cantidades que no podían pagar ni aun desposeyéndose de cuanto tenían; las quemas de las diligencias y de los coches que conducen la correspondencia pública; la obstrucción, por estos medios, del comercio exterior y consecuente paralización de la industria […] hechos eran que hacían penetrar en los espíritus de todas las personas interesadas en el nuevo orden de cosas aquella inquietud que precede ordinariamente las grandes crisis […].

Autorizado con este decreto venía el general Bassa a castigar de un modo ejemplar a los que hubiesen tomado parte en los acontecimientos de la noche del 25 al 26 de julio: la resistencia del Pueblo produjo la muerte del general gobernador.

En ambos días las propiedades de los particulares habían sido respetadas, y en medio del desorden reinaba cierto orden que honraba al pueblo barcelonés; pero por una de aquellas desgracias, inevitables en una población de 150.000 habitantes, un enemigo de las prosperidad pública logró sin duda seducir a algunos sugiriéndoles la idea de que la fábrica de vapor de Bonaplata, Vilaregut, Rull y compañía, perjudicaba al pobre jornalero, porque causaba la disminución en el precio de su jornal.

incendi fabrica bonaplata.jpgCon este engaño los seducidos, en vez de acudir a la Junta de Autoridades pidiendo leyes que mejorasen la suerte de las clases inferiores; que diesen una instrucción proporcionada a sus hijos para que con el tiempo pudiesen ser unos ciudadanos útiles, que disminuyesen los enormes derechos que pesan sobre la clase más pobre y más numerosa; que reformasen la ley de elecciones, para que los Procuradores pudiesen ser verdaderos representantes de la Nación española; que la elección de alcaldes y regidores, como que es un gobierno de familia, pudiese recaer en cualquier ciudadano que mereciese la confianza del pueblo sin necesidad de la autorización del Gobierno; que la policía dependiese exclusivamente del alcalde del pueblo, como autoridad central del Gobierno civil de la Provincia, a fin que la policía no pudiese ser convertida en un medio de opresión del hombre de bien, libertando al pueblo de las engorrosas y dispendiosas trabas con que hasta ahora se le ha mortificado: leyes que autorizasen a los individuos de una compañía de la Milicia ciudadana, protectora especial de los derechos del Pueblo, a nombrar sus oficiales y los capitanes de batallón, la plana mayor; que toda la Milicia de España estuviese organizada por batallones […]; que concediesen libertad de imprenta […], leyes en fin que declarasen nacionales los bienes del clero […].

En vez, repetimos, de ocuparse el Pueblo en pedir estas leyes que podían hacer su felicidad y establecer sólidamente un verdadero gobierno representativo, se detuvo en destruir los elementos de la riqueza nacional quemando la fábrica de Bonaplata y compañía. Con ello, los que lo hicieron, acreditaron las voces de que Barcelona estaba llena de anarquistas que sólo aspiraban a enriquecerse con el robo de la propiedad de los ciudadanos pacíficos […]. Dieron con su ejemplo motivo a otros desórdenes y son responsables de los castigos que algunos desgraciados sufran: desmintieron a los que habían prometido que el pueblo no cometería ningún exceso de este género: privaron al Pueblo inocente y desgraciado de sus mejores defensores que de ordinario son filósofos, que al paso que intentan hacer restituir al pueblo los derechos que le competen, son enemigos del robo y del asesinato: finalmente, fueron ingratos con los jefes de aquella fábrica que en aquel mismo día los habían conducido al combate.

d7eed8d81e047d730dc59d4129290485_1M.png.jpgY cuando todas las naciones de Europa recompensan con munificencia a los inventores de un descubrimiento que acelere los motores de las máquinas de vapor para dar mayor vigor a la industria; cuando por medio de caminos de hierro se conducen por el vapor con extraordinaria rapidez, facilidad y baratura de las primeras materias, los géneros de consumo y los artefactos; cuando por el vapor llegamos con velocidad y tiempo determinado a las regiones más distantes; cuando sin el vapor seremos siempre y necesariamente tributarios de la industria extranjera porque nunca podremos rivalizar ni competir con ella; cuando por carecer España de aguas no pueden abrirse canales; y sin el vapor no puede haber caminos de hierro que nos transporten los granos de que abundan otras provincias para comer el pan barato […] ¿no es un enemigo del Pueblo el que induce a quemar las máquinas de vapor? ¿Podremos nunca sin el vapor fabricar las muselinas, holandas y otras manufacturas que tenemos ahora que comprar al extranjero, y en qué se emplearían los brazos del jornalero español? […].

Pero el mal está hecho: de lo que debe tratarse ahora es de repararlo. La política y la justicia lo exigen. Lo primero, para que se vea que cuando en un trastorno político se causa un mal, se repara; lo segundo, porque si no nos engañamos: y en efecto los gobernantes, siguiendo un sistema erróneo, dieron lugar al estallido popular de resultas del cual se quemó la fábrica, es justo y muy justo que la Nación indemnice a los propietarios de los perjuicios sufridos, toda vez que por carecer de una ley de responsabilidad no pueden los propietarios reclamar la responsabilidad de los agentes del poder.

Si nuestro dictamen debiese prevalecer, la Junta de Autoridades autorizaría a la de Comercio para que abriese una suscripción voluntaria y recaudase las sumas que entregasen para la indemnización: la Junta de Autoridades pediría la Reina Gobernadora el terreno de uno de los conventos derruidos de esta ciudad para que vendiéndolo se aplicase su producto a la indemnización entregando lo restante, si lo hubiese, al Ayuntamiento para el equipo de los que se alistasen ahora a la Milicia Urbana y no tuviesen facultades para costearse el uniforme.

Moviment obrer i socialisme utòpic a l’Espanya del segle XIX

El moviment obrer i jornaler va veure’s reforçat en la primera meitat del segle XIX pel recolzament de les noves idees igualitaristes utòpiques. Diversos nuclis de filantrops de classe mitjana i professionals liberals, oberts a les noves corrents intel·lectuals europees i crítics amb la societat en la qual vivien, van començar a difondre a Espanya l’utopisme social, aquell pensament que Marx i Engels van qualificar de “socialisme utòpic”. L’utopisme pretenia crear societats igualitàries, amb propietat col·lectiva, i acabar amb les injustícies de la societat liberal. Tanmateix, aquestes idees van tenir un escàs èxit entre els treballadors i mai van concretar-se en un projecte de reestructuració social viable.

A Catalunya, el socialisme utòpic va començar a difondre’s en els anys trenta a través del periòdic El Vapor de Barcelona que el 1835 va publicar una sèrie d’escrits sobre la qüestió. Aviat els plantejament de Saint-Simon arribarien a Barcelona, on es formaria un nucli de saintsimonians al voltant de la figura de Pere Felip Monlau que, lluny de qualsevol temptació igualitarista o democràtica, reclamaven una planificació comuna entre propietaris i treballadors de la societat industrial, però no van ser capaços d’arrastrar ni a la burgesia ni a les societats obreres.

Pere Felip Monlau.jpg
Pere Felip Monlau

D’altra banda, a Barcelona també es formaria un grup de seguidors de Cabet que apostaven per la implantació progressiva i pacífica d’un comunisme integral en una societat integrada per forces democràtiques. Els cabetians, encapçalats per Narcís Monturiol, van enllaçar amb el republicanisme democràtic d’Abdó Terrades que oposava el socialisme pacífic amb un republicanisme actiu i d’esquerres capaç de connectar amb l’associacionisme obrer reivindicatiu que reclamaven els obrers barcelonins.

Monturiol.JPG
Narcís Monturiol
Abdó Terradas Pauli.jpg
Abdó Terrades

A la resta d’Espanya, el socialisme utòpic va difondre’s per Andalusia, on cal destacar la figura de Joaquín Abreu, un fourierista gadità que, seguint els plantejaments de Charles Fourier va defensar la creació de falansteris, petites comunitats cooperatives de producció i consum, a partir dels quals fundar un nou ordre social més harmònic i igualitari. En els falansteris tots els membres serien a la vegada productors, treballadors i consumidors, i els beneficis derivats es repartirien equitativament. Ara bé, certament Abreu va mostrar la seva preocupació per l’explotació del proletariat, però mai va combatre l’existència de la propietat privada i es va limitar a denunciar que l’explotació dels treballadors afavoria el desordre i la lluita de classes.

abreu.jpg
Joaquín Abreu

Finalment, hi va haver molts escriptors, generalment vinculats amb el republicanisme polític, que van difondre el socialisme i el cooperativisme mitjançant la publicació de llibres i articles a la premsa, entre els quals van destacar Fernando Garrido, Sixto Cámara, i Francesc Pi i Margall, que va introduir a Espanya les idees del socialista francès Proudhon.

Les primeres organitzacions obreres a l’Espanya del segle XIX

La primitiva legislació liberal no contemplava cap tipus de normativa que regulés les relacions laborals i prohibia de manera explícita l’associació obrera perquè es considerava contrària a la llibertat de contractació. Davant d’aquesta situació, les primeres manifestacions de protesta contra el nou sistema industrial van prendre un caràcter violent, clandestí i espontani. Així, a Espanya, la destrucció de màquines i fàbriques per part de diversos col·lectius obrers ja va iniciar-se en la dècada de 1820, fet que mostrava el rebuig als nous invents incorporats a les màquines i que limitaven cada cop més els llocs de treball.

incendi fabrica bonaplata.jpgEl ludisme era la primera expressió de rebel·lia obrera contra la introducció d’unes màquines a les quals s’atribuïa la responsabilitat de la pèrdua de llocs de treball i de la minva dels jornals. Així, el 1821, els treballadors de la indústria artesana de les localitats de la rodalia d’Alcoi van assaltar la ciutat i van cremar els tallers mecànics. L’incident ludista més rellevant, però, va ser l’incendi, l’agost de 1835, de la fàbrica Bonaplata a la ciutat de Barcelona, el primer vapor que havia funcionat a Espanya.

Ben aviat, els treballadors catalans s’adonarien que l’origen dels seus problemes no eren les màquines, sinó les duríssimes condicions de treball que imposaven el propietaris, i l’eix de la protesta obrera va passar a centrar-se en les millores laborals i la defensa del dret d’associació. Així, el sindicalisme obrer a Espanya va néixer entre els treballadors de la indústria tèxtil catalana. Des de 1838 diverses comissions d’obrers barcelonins van reclamar reiteradament al capità general de la província, i sense resposta, l’autorització per associar-se. D’aquesta manera, a partir de 1839, es permetria l’existència d’associacions d’ajuda i socors de caràcter mutualista. Sorgia així un primer associacionisme obrer i es creaven les primeres associacions de socors mutus, a les quals els obrers lliuraven una petita quota per assegurar-se una ajuda en cas d’atur o de malaltia, i l’assistència dels seus familiars en cas de mort.

Cap a la dècada de 1840, a Catalunya, la decisió dels fabricants tèxtils d’augmentar la mida de les peces fabricades sense modificar la remuneració dels treballadors va comportar l’inici de les protestes obreres, perquè, de fet, s’estaven retallant els salaris. Per coordinar les accions de protesta i negociar amb els patrons es van elegir comissions de representants. D’aquest moviment de protesta van néixer, el 1840, la Societat de Teixidors (encarregada de les reivindicacions laborals) i l’Associació Mútua de Teixidors de Barcelona (amb un caràcter de societat mutualista).

Aquests primers sindicats eren federacions d’oficis i, a semblança dels que havien articulat els teixidors, van anar creant-se per a d’altres sectors (filadors, blanquejadors, impressors, etc.). Els treballadors pagaven una quota, que no només es dedicava a qüestions de protecció social sinó que també anava destinada a mantenir una caixa de resistència per a pagar el jornal en cas de vaga. D’aquesta manera, entre 1840 i 1868, l’obrerisme desenvoluparia les seves primeres activitats pròpiament sindicals. Eren una combinació de sindicats i d’associacions de socors mutu amb uns afiliats que, habitualment simpatitzaven amb els corrents polítics republicanistes, i propugnaven el cooperativisme com a alternativa a la iniciativa provada i l’explotació patronal.

bullanga 1842.jpg

La vaga va ser el principal instrument que els obrers van utilitzar per a forçar negociacions amb la patronal. Així, entre els anys 1840 i 1843, durant l’etapa progressista de la regència d’Espartero, els moviments vaguistes van ser força nombrosos. Tanmateix, els patrons catalans no van veure mai amb bons ulls el fet que els obrers poguessin associar-se i molt menys les seves activitats en defensa dels drets dels treballadors i van pressionar els diferents governs perquè les prohibissin, cosa que van aconseguir durant la dècada moderada (1844-1854).

Durant el Bienni Progressista (1854-1856) va obrir-se un període de permissivitat amb les associacions dels treballadors i el moviment obrer va conèixer una onada d’efervescència i radicalització, estimulat per la crisi econòmica i l’encariment dels aliments. Així, el primer conflicte important va esclatar a Catalunya amb la vaga contra les selfactines del 1854, una reacció violenta, amb crema de fàbriques i màquines, contra la introducció d’aquestes noves màquines de filar que consideraven que prenien llocs de treball als obrers. La repressió de la vaga va ser extraordinàriament dura i va generar un moviment de solidaritat a totes les empreses tèxtils que va atemorir les autoritats i va forçar els patrons a augmentar els salaris.

L’auge del moviment reivindicatiu després d’apuntar-se aquesta victòria va indignar els patrons que van reclamar al govern l’aplicació de mesures repressives contra el moviment obrer. Així, el govern va prohibir les associacions obreres, va declarar l’estat de setge i va executar Josep Barceló, un important líder obrer del període. A més, els patrons, per la seva banda, van suspendre els convenis col·lectius signats després de la vaga de les selfactines i van imposar l’acomiadament lliure dels obrers.

En aquest context, el 1855, va declarar-se a la ciutat de Barcelona la que és considerada com la primera vaga general de l’Estat espanyol, en la qual els obrers van exigir el reconeixement del dret d’associació, la limitació de la jornada laboral amb un horari fix, la creació de jurats mixtes per a solucionar els conflictes laborals i el dret a ingressar en la Milícia Nacional, de la qual estaven exclosos. Les propostes obreres no van ser acceptades i el conflicte només finalitzaria amb la intervenció de l’exèrcit.

El retorn dels moderats al poder suposaria la prohibició de totes les associacions obreres mitjançant un decret de l’any 1857. Tot i el desengany del Bienni Progressista, estem davant d’un obrerisme que encara confiava en el progressisme polític com a força que podia solucionar els seus problemes. Així, durant anys va existir una certa simbiosi entre les lluites obreres i el moviment radical de renovació política i el cooperativisme va mantenir-se com a model d’organització obrera hegemònic a Espanya fins els anys del Sexenni Democràtic.

El sorgiment del proletariat i les seves condicions laborals a l’Espanya del segle XIX

A la primera meitat del segle XIX, el nombre d’obrers a Espanya era encara molt reduït –el 65% dels treballadors estava dedicat al món agrari i només el 14% de la població activa es dedicava a treballs propis del sector secundari–, i la gran majoria d’aquests treballava en la indústria tèxtil catalana. Per tant, els orígens de la classe obrera  van anar indiscutiblement lligats al procés d’industrialització que va produir-se a Catalunya al llarg del segle XIX.

trabajadores.jpgLa nova indústria va comportar la introducció d’una organització del treball caracteritzada per la utilització de mà d’obra assalariada, tot trencant amb el vell sistema gremial de l’Antic Règim. Així, la indústria tèxtil cotonera catalana va passar de donar feina a 10.000 persones el 1760 a donar-ne a 100.000 en la primera meitat del segle XIX. Aquest nou proletariat, format per antics artesans i jornalers urbans així com per pagesos i artesans de les rodalies, va anar concentrant-se als nuclis urbans, fet que va permetre que la ciutat de Barcelona comptés, el 1856, amb 54.272 obrers industrials. Tanmateix, Espanya era un país fonamentalment rural on la indústria era minoritària i només el 32% de la població vivia en ciutats de més de 10.000 habitants.

Les regles que regulaven les normes de treball en el món industrial no tenien res a veure amb les conegudes fins aleshores en el treball artesà. El patró, propietari d’un establiment industrial, ocupava els obrers a canvi d’un salari, normalment escàs que a penes arribava a permetre la manutenció d’una família. Els assalariats van esdevenir la força de treball a baix preu que era necessària a les fàbriques. Cada obrer participava d’una petita part del procés productiu sense la necessitat d’uns coneixements especialitzats.

revolució industrial.jpgA les noves fàbriques que estaven apareixent es treballava fins el límit de l’esgotament físic en una jornada laboral, que no estava regulada, de 12 a 14 hores diàries durant sis dies a la setmana en unes condicions terribles amb sorolls i fums asfixiants. A més, es cobrava per dia treballat o per feina a preu fet i si no es treballava per malaltia, per no tenir treball o per ser un dia festiu, no es cobrava, fet que va convertir la vida dels obrers en un seguit de feina per aconseguir uns salaris que només permetien l’estricta subsistència.

Una fèrria disciplina laboral a dins de la fàbrica era molt dura i impedia qualsevol contestació perquè la més mínima protesta comportava l’acomiadament i els càstigs i les penalitzacions eren freqüents. A més, no hi havia protecció social de cap mena en cas d’atur, de malaltia i d’accident, ni en la vellesa. Les dones i els infants, a partir dels set anys, també treballaven a les fàbriques i cobraven salaris molt inferiors als dels homes. Així, a Mataró, el 1850, el 58% de la població obrera estava formada per dones i nens. El treball infantil era una font d’ingressos miserable per a les famílies obreres que tenien una baixa esperança de vida per les males condicions en que subsistien.

il_quarto_stato_volpedo.jpg

Un cop acabada la feina, les seves condicions de vida també eren precàries. Les cases on residien eren petites i situades en barris on els carrers no estaven asfaltats i estaven mancats de servei d’enllumenat, d’aigua corrent i de clavegueram. Les malalties infeccioses, com la tuberculosi i el còlera, es propagaven ràpidament i afectaven una població molt vulnerable com a conseqüència de la mala alimentació i del treball esgotador.

Amb el decurs del segle, els obrers fabrils van augmentar a Astúries i el País Basc com a conseqüència del creixement de la indústria siderúrgica i metal·lúrgica, i també en aquelles zones del territori espanyol en les quals es desenvolupaven activitats industrials, mineres o vinculades amb la construcció, amb unes condicions laborals i salarials semblants a tot arreu. En aquestes condicions, el moviment obrer espanyol, tot i ser minoritari, va existir, però concentrat geogràficament a les grans ciutats i a l’arc mediterrani. El deu desenvolupament va ser causat per les dures condicions en les que es veien condemnats a sobreviure els obrers.

La descomposició del sistema isabelí (1856-1868)

El nou govern unionista liderat per Leopoldo O’Donnell va intentar assolir un equilibri polític combinant els elements fonamentals del projecte moderat amb algunes propostes progressistes, com la limitació dels poders de la corona i l’acceptació de la desamortització civil. Aquest govern va ser el més estable del regnat d’Isabel II (1858-1863), donant pas a un període de 5 anys de poder per a la Unió Liberal.

Leopoldo_O'Donnell.jpg
Leopoldo O'Donnell

L’executiu, un cop recuperada la Constitució de 1845, va intentar de revitalitzar el parlamentarisme, sempre, però, sota la tutela del govern, i d’exercir una política més tolerant amb l’oposició. D’aquesta manera, malgrat que les eleccions eren precuinades des del Ministeri de la Governació per tal d’assegurar la majoria parlamentària, també es fixava una minoria opositora al congrés per evitar una marginació política que derivés en pràctiques insurreccionals.

La burgesia catalana viurà aliada amb la Unió Liberal durant el govern llarg de O’Donnell sota el guiatge de Francesc Permanyer i amb la participació a la política espanyola de la mà de Duran i Bas i d’altres membres d’aquest conservadorisme que no s’havia adaptat als mètodes de govern del moderantisme. D’aquesta manera, els fabricants catalans van trencar la seva tradicional aliança amb els liberals per apropar-se a la Unió Liberal, però no aconseguirien massa beneficis. El govern O’Donnell era massa tímid per emprendre les reformes necessàries i no estava decidit a practicar la descentralització. Així, es produirà un desencant progressiu iniciat amb la lluita contra les lleis centralitzadores aprovades entre 1861 i 1863 al que s’afegiria la batalla per la qüestió aranzelària entre 1859 i 1863.

D’aquesta manera, va aconseguir-se una etapa de relativa estabilitat interior on només van produir-se alguns tímids aldarulls republicans i de descontentament social. Però si la Unió Liberal va poder mantenir-se en el poder d’una manera més o menys estable en aquest període va ser gràcies a la prosperitat econòmica que va viure el país gràcies al desenvolupament de la indústria siderúrgica i a la febre especuladora de les accions ferroviàries a la borsa.

O’Donnell va intentar cohesionar el país i mantenir-lo al marge dels esdeveniments de la política interna. Per això, va buscar emocions patriòtiques amb aventures exteriors que, a més de cercar la recuperació del prestigi internacional espanyol, entretinguessin als caps militars perillosos. D’aquesta manera, es van dur a terme tres campanyes de caràcter internacional a Indoxina (1858-1863), Mèxic (1862) i el Marroc (1859-1860), que van suposar un exemple d’intervencions militar sense cap guany possible.

Ramon_Maria_Narvaez.jpg
Ramón María Narváez

Tot i aquestes campanyes militars de distracció, el 1863 es va fer evident la descomposició interna de la coalició de govern. De l’estabilitat anterior es passaria a una ràpida successió de governs inestables perquè ni la repressió ni les emocions patriòtiques no van servir per tapar permanentment els problemes que patia el país. A més, l’unionisme va ser incapaç de plantar cara a l’oposició moderada i a la mateixa corona que va forçar la dimissió d’O’Donnell per lliurar el poder als moderats novament. La caiguda de O’Donnell va donar pas a un període que es redueix a una distribució de personatges que no arribaven al poder pel pes de les seves formacions polítiques, sinó per la designació de la reina. Així, entre 500 famílies es configurava l’oligarquia del poder polític i econòmic del país.

El període 1863-1868 va comportar el retorn de Narváez al poder i la reposició dels vells principis del moderantisme. Malgrat tot, les baralles internes, les conspiracions constants, la successió de pactes i d’intents de pronunciament van fer evident la manca de suports socials i la feblesa dels governs. El Partit Moderat es trobava totalment desgastat, els seus líders tradicionals no s’havien renovat, el seu programa no presentava cap idea nova i el seu govern aviat es trobaria desprestigiat per la mala gestió, el centralisme inoperant, els negocis foscos i els escàndols de palau.

El moderantisme va imposar novament la forma autoritària de govern, al marge de les corts i de tots els grups polítics, i va exercir una forta repressió sobre els seus opositors. La constitució no es portava a la pràctica i la representació popular pràcticament no existia. Davant d’aquesta situació, els progressistes van acusar la corona d’obstaculitzar el normal funcionament de les institucions i de promoure formes de govern dictatorials, a la vegada que es retiraven de la vida política per passar novament a l’insurreccionalisme, ara acompanyats pels demòcrates i els republicans que veien com la seva popularitat entre les classes populars anava augmentant.

Luis_Gonzalez_Bravo.jpg
Luis González Bravo

El 1865, van tenir lloc uns greus incidents a la Universitat de Madrid, l’anomenada Nit de San Daniel, a partir de l’aparició d’un article d’Emilio Castelar, professor d’ideologia republicana, on ironitzava sobre la venda de béns per part de la corona per part de la reina. En resposta a l’article, el govern va destituir Castelar de la seva càtedra donant lloc a la protesta dels estudiants a la Puerta del Sol corejant el crit de “Prim Llibertat!”. La repressió portada a terme per la Guàrdia Civil (nou estudiants morts i més de cent ferits) va comportar l’increment de la impopularitat de Narváez i els governs moderats.

El 1866 va produir-se un altre intent de pronunciament per part dels sergents de la Caserna de San Gil, que va comptar amb l’adhesió de progressistes i demòcrates, i va derivar en un aixecament popular a Madrid al crit de “¡Abajo los Borbones!”. La insurrecció va acabar amb 66 afusellaments i més de mil empresonats.

La situació del govern, en clara descomposició, encara s’agreujaria més arran de la crisi de subsistències que va iniciar-se el 1866 i que va comportar l’augment dels preus i el descontentament popular. A això es sumaria l’esclat d’una profunda crisi econòmica i financera que acabaria de sacsejar el país. A partir d’aquest moment, amplis sectors de la societat espanyola van coincidir en la necessitat de promoure un pronunciament que capgirés la situació. El malestar social generat per la crisi econòmica i l’hostilitat política creixent al voltant de la camarilla moderada que envoltava la reina van conduir a la conspiració culminada amb la signatura del Pacte d’Ostende i la Revolució Gloriosa de setembre de 1868.

El Bienni Progressista (1854-1856)

Amb el triomf del pronunciament de Vicálvaro, la presidència va recaure novament en el general Espartero, que reapareixia així en la vida política espanyola, mentre que O’Donnell va ser nomenat Ministre de la Guerra. La notícia de l’extensió de la revolució i la presència d’Espartero al capdavant del govern van propiciar la joia als carrers de Barcelona, però les esperances aviat es convertirien en decepció pel fet que el Principat seguís en mans de militars com Zapatero que era responsable de l’afusellament de partides carlines, de la deportació d’Abdó Terradas o la sentència a garrot vil d’un cadàver.

espartero_bienio.jpgLa Constitució de 1845 va ser derogada a favor de la Constitució progressista de 1837 i van convocar-se unes eleccions que, en presentar un cens electoral més ample, va permetre una majoria progressista i l’entrada al parlament, per primera vegada, d’alguns diputats demòcrates. El nou govern va restaurar els principis del progressisme, va reimplantar la Milícia Nacional, la llei municipal que permetia l’elecció directa dels alcaldes i va elaborar una nova Constitució (1856) que introduïa importants novetats, però no arribaria a ser promulgada.

L’actuació de més transcendència per al futur del país, però, va ser l’ambiciós pla de reformes econòmiques, que buscava defensar els interessos de la burgesia urbana i de les classes mitjanes, amb l’objectiu de continuar amb el desmantellament de l’Antic Règim i impulsar el desenvolupament econòmic i la industrialització del país. Així, les línies d’actuació més importants del govern del Bienni Progressista van ser la represa de la desamortització i la Llei de Ferrocarrils. Tot plegat, però, tindria poca transcendència directa a Catalunya.

La nova llei desamortitzadora (1855) a càrrec del ministre Madoz, va seguir amb la tasca iniciada per Mendizábal. Ara, a més de les desamortitzacions de les terres eclesiàstiques, també van veure’s afectades les terres de l’Estat, dels ordres militars, de les institucions benèfiques i, sobretot, els béns de propis dels ajuntaments. La desamortització general de Madoz va ser un cop mortal per a les economies de camperoles subsistència que van veure com eren arrabassats bona part dels béns comunals que s’havien salvat de l’apropiació privada.

La_desamortizacion_de_Madoz.jpg

Una bona part dels recursos econòmics aconseguits per la via de la desamortització van ser invertits en la construcció de la xarxa ferroviària, considerada pel govern com una peça cabdal per fomentar els intercanvis i el creixement industrial. Així, la construcció d’una ineficaç, però important, xarxa ferroviària a Espanya va iniciar-se el 1855 amb la Llei general de Ferrocarrils, que regulava la construcció i oferia importants incentius a les empreses que hi intervinguessin. Així, va passar-se a la creació de companyies privades gràcies a les subvencions estatals que van permetre l’entrada al país de capital estranger i la importació de material sense costos duaners. Aquesta mesura va comportar beneficis, en especial, als capitals estrangers que van concórrer de forma abundant cap al mercat ferroviari espanyol.

Leopoldo_O'Donnell.jpg
Leopoldo O'Donnell

La preocupació de les corts progressistes per fomentar el desenvolupament econòmic d’Espanya es va reflectir també en una legislació per afavorir la reforestació, la posada en marxa del sistema de telègrafs, l’ampliació de la xarxa de carreteres, el desenvolupament de la mineria, i en el foment del creixement de les societats per accions i de la banca. D’aquesta manera, la Llei Bancària de 1856 va suposar un dels esforços més notables per mobilitzar el diner dels propietaris anònims i dispersos pel territori espanyol a la vegada que es facilitava l’entrada de capital estranger.

Aquest impuls progressista del Bienni buscava consolidar a Espanya el model econòmic que triomfava a Europa i, gràcies al nou marc legal, va donar pas a una etapa d’expansió econòmica que es va estendre fins a mitjans dels anys seixanta del segle XIX. En canvi, a llarg termini, la destrucció de recursos naturals per desforestació i la reducció dels pasturatges a terres de cultiu van poder ser les causes dels posteriors desequilibris de l’economia agrària espanyola. Possiblement per aquest motiu, els camperols, forçats a entrar en la via de la producció destinada al comerç, van convertir-se en ineficaços productors de vins i cereals.

Les mesures reformistes del Bienni, però, no van ser suficients per a resoldre la crisi de subsistències que havia mobilitzat el poble en les revoltes de 1854 generant un clima de greu conflictivitat social. El malestar social va conduir a un aixecament camperol en terres castellanes i a l’extensió dels motins populars a moltes ciutats del país, amb assalts i crema de finques i fàbriques.

ludismo.jpgA Catalunya, la situació de crisi econòmica (increment dels preus, males collites, etc.) combinada amb una epidèmia de febre groga va produir l’esclat de vagues obreres a Barcelona  l’any 1855. El capítol essencial d’aquest conflicte el trobem en l’actuació del moviment obrer durant el conflicte de les selfactines durant el qual van incendiar-se fàbriques de filar i van produir-se vagues ludistes contra la introducció de les màquines. Els treballadors demanaven la reducció dels impostos de consums, l’abolició de les quintes, l’increment dels salaris i la reducció de la jornada laboral. Els problemes van agreujar-se amb l’arribada del còlera i la reaparició de les partides carlines. En conseqüència, Catalunya va tornar a trobar-se sota l’estat d’excepció i des de l’estiu de 1855 es prohibirien les associacions obreres. La resposta treballadora va ser la vaga general de juliol, un dels episodis més notables del moviment obrer català com a mostra de l’elevat grau d’organització i de consciència de classe assolit. El moviment va ser durament reprimit per Zapatero.

Espartero.jpg
Baldomero Espartero

Per a resoldre la conflictivitat social, el govern va presentar una Llei de Treball que introduïa algunes millores i permetia les associacions d’obrers, però la situació ja havia desembocat en una crisi molt greu. La creixent conflictivitat social, amb l’aparició del moviment obrer català en l’escena política, va retreure i atemorir les classes conservadores, decidides a aplicar una solució d’ordre al conflicte.

Finalment, a nivell polític els progressistes van fracassar per les discrepàncies existents dins de la pròpia coalició governamental entre els elements del progressisme més moderat, que acabaria integrant-se en la Unió Liberal, i els més radicals, que s’aproparien al Partit Demòcrata. Quan els diversos motins de subsistència van provocar la dimissió d’Espartero, la reina va confiar el govern a O’Donnell que va ser l’encarregat de reprimir les protestes. Un nou cop insurreccional, el 1856, va donar pas a una nova etapa moderada. Així, el govern del general O’Donell va canviar del signe progressista cap a un model més conservador, fent caure el govern que ell mateix havia instaurat dos anys abans.

La Segona Guerra Carlina: els Matiners

Després de la Primera Guerra Carlina va produir-se un intent per part del carlisme de buscar una resolució pacífica al conflicte a través de la proposta de matrimoni entre el fill del pretendent Carlos V amb Isabel II, solució patrocinada per Balmes i la fracció més dretana dels moderats. Aquest intent, però, va frustrar-se en el moment en que Isabel II va casar-se amb Francesc d’Assís. Per alguns historiadors, tancat el camí de la negociació, només quedava el de la guerra.

DonCarlosVI.jpg
Carles VI, comte de Montemolín i pretenent carlí al tron espanyol

La realitat és que entre la fi de la Primera Guerra Carlina i l’esclat de la Guerra dels Matiners encara van existir partides al Principat, és a dir, el conflicte s’havia tancat en fals. Aquests aixecaments carlins van revitalitzar-se a Catalunya durant el període 1846-1849, donant origen a l’anomenada Guerra dels Matiners, la Segona Guerra Carlina.

Les causes de la segona insurrecció carlina cal cercar-les en el difícil ajustament de la societat catalana a les noves regles que suposava la consolidació de la propietat burgesa al camp i als efectes de la centralització administrativa dels moderats que implicava el retorn de la imposició de les quintes i la implantació dels “consums” que gravaven els productes d’alimentació popular.

La consolidació de les regles de la propietat burgesa al camp, a costa de la propietat comunal camperola, va suposar a tota Europa una causa de malestar i augment de la delinqüència camperola, una transgressió de les noves normes que els camperols interpretaven com a legítima enfront de la nova situació. D’altra banda, la quinta era temuda a Catalunya per tota una sèrie de raons. L’amenaça de que el fill pogués ser quintat portava a moltes famílies a un endeutament ruïnós per tal de redimir-lo o buscar-li un substitut. A més, la quinta era, a més d’un sistema de reclutament militar, una forma d’impost.

Finalment, les causes immediates les trobem en la crisi econòmica dels anys 1846-1848, de base agrària i industrial, que va deixar molta gent sense feina i abocada a la misèria, fet que facilitaria el reclutament de les partides carlines i dels grups de bandolers. La collita de cereals de 1846 i 1847 va ser dolenta i això va traduir-se en una caiguda de les vendes de teixits que es reflectiria en la producció fabril a Catalunya. La minva de la producció a la meitat va comportar un descens de l’ocupació que es veuria agreujada per l’increment del preu del pa com a conseqüència de l’escassetat de grans.

carlisme.jpgAixí, l’agudització de la crisi econòmica va comportar un increment de la delinqüència. Això explica que la Guerra dels Matiners arrelés amb força a Catalunya i que, malgrat els esforços de l’exèrcit, la lluita es perllongués durant més de tres anys. La guerrilla no hagués pogut subsistir sense una certa complicitat de la població, i és que, a més del tradicional aixecament camperol, s’hi va unir la revolta dels sectors urbans a causa del malestar creat per la crisi econòmica.

Els “matiners”, anomenats així perquè les partides de guerrillers rebels iniciaven les seves activitats quan l’exèrcit regular encara descansava, coneixien aquesta situació i van procurar de no destorbar la població civil mentre que aquesta identifiqués l’exèrcit que els perseguia amb el govern que imposava les quintes i els consums i mantenia uns exèrcits que destrossaven els horts i donaven tota mena de molèsties mentre combatien els “matiners”. La guerra s’alimentava del malestar existent al país i amb l’arribada de més soldats per combatre els carlins això no podia solucionar-se. Calia una solució política per part del govern central de Madrid.

Batalla_del_Pasteral.jpg

La guerra va començar amb una acció de partides amb Mossèn Tristany encapçalant un grup que amb prou feines arribava als 300 homes. La seva acció més espectacular va ser l’entrada a Cervera on van saquejar els fons de les oficines públiques i van marxar cridant: “Visca la Constitució i Carles VI!”. Així, els rebels feien costat a la candidatura al tron del segon pretenent carlí, el comte de Montemolín, el fill gran de Carles Maria Isidre, conegut entre els seus seguidors amb el nom de Carles VI.

General_Pavia.jpg
El general Pavía

En els primers moments del conflicte, les forces dels carlins no arribaven a 500 homes, mentre que les de l’exèrcit espanyol dirigit pel capità general Bretón eren de 22.000. Aviat, Bretón seria substituït per Pavía que aconseguirà matar Ros i capturar Mossèn Tristany per després afusellar-lo. Les victòries militars de Pavía, però, eren inútils en una guerra que només podia guanyar-se actuant des del terreny polític. Per això el capità general va pressionar Madrid perquè realitzés una política més contemporaditzadora respecte de Catalunya. La resposta del govern va ser la seva destitució per després tornar-li el càrrec.

Noves circumstàncies van animar els combats a partir de 1848 ja que els ressons de la revolució francesa que va instaurar la Tercera República van tenir conseqüències entre les forces d’esquerres a Catalunya. Pavía, temerós de les conseqüències que podien produir-se, va aturar la quinta i va buscar aturar les conspiracions a Barcelona. Tanmateix, el que no va passar a la ciutat va passar al camp on van començar a aparèixer partides progressistes i republicanes que van actuar en col·laboració amb els carlins encapçalats per Ramon Cabrera.

La guerra rebrotava amb força mentre a Barcelona es formava un comitè revolucionari progressista que prometia l’abolició de quintes i consums i tot un seguit de reformes. Aquest revifament de la guerra va decidir a Narváez a destituir novament a Pavía per enviar a Catalunya a Fernández de Córdoba. També ell va ser ràpidament destituït per retornar el comandament a Pavía, aquest cop proporcionant-li totes les forces necessàries per acabar definitivament amb la guerra.

La detenció a la frontera del pretenent carlí, la derrota militar de les partides carlines, el cansament general per la llarga duració de la lluita i la represa econòmica que va produir-se durant 1849 van posar fi a una insurrecció. Tal i com Pavía havia previst, la guerra civil contra els carlins va acabar-se quan el país va voler ja que era un aixecament que contava amb les simpaties del conjunt de la societat catalana. Tanmateix, la finalització del conflicte no va donar una veritable solució a allò que l’havia provocat.

La crisi dels governs moderats

Durant la Dècada Moderada, la vida política no va desenvolupar-se a les Corts, sinó al voltant de la cort, on poderosos grups de pressió (les anomenades “camarilles”) van cercar el favor reial o governamental al marge de la vida parlamentària. A més, el restringit nombre de ciutadans amb dret a sufragi impedia als progressistes accedir al poder mitjançant unes eleccions que convidaven al falsejament electoral.

isabell_ii_borbon.jpg
Isabel II

Fins i tot sectors socials que havien donat el seu suport al moderantisme, com la burgesia conservadora catalana, van quedar completament al marge dels centres de poders i van ser incapaços d’aconseguir veure representades les seves posicions, contràries a un model d’Estat tan centralitzat i militaritzat. Aquest sistema no podia complaure els polítics moderats catalans per la seva elementalitat i barroeria, i aquests aviat van separar-se de la disciplina del moderantisme oficial.

D’altra banda, a Catalunya, amb un destacament de més de 40.000 homes, el més nombrós de totes les ciutats espanyoles, l’exèrcit va intervenir directament en la vida ciutadana, esdevenint el principal instrument de repressió i mantenint el territori en una situació d’excepcionalitat permanent. Els moderats catalans, per contra, consideraven que per lluitar contra les idees avançades que van culminar les revolucions europees de 1848 no només es podia comptar amb la repressió de la Guardia Civil, sinó que també s’havia de portar la lluita al camp polític i oferir a les masses populars alguna cosa més que la garrotada.

Juan_Bravo_Murillo.jpg
Juan Bravo Murillo

Així, el 1852-53, quan el govern encapçalat per Bravo Murillo va intentar introduir una reforma constitucional encara més restrictiva del sistema polític (desaparició del règim parlamentari, govern per decret, suspensió indefinida de les corts, restricció del cens electoral, etc.), els conservadors catalans organitzarien una mobilització de protesta amb una reunió al Consell de Cent de l’Ajuntament i la presentació d’un document signat per homes com Martí d’Eixalà, Güell o Duran i Bas. Fins i tot arribarien a muntar una candidatura electoral conjunta amb els progressistes.

Davant de l’oposició que el projecte va aixecar dins del propi moderantisme, al Palau Reial van espantar-se i no van deixar continuar la reforma d’un Bravo Murillo que pretenia donar un cop d’Estat. Així, Bravo Murillo va ser desplaçat del poder, però amb un alt cost ja que aquests fets van accentuar la descomposició interna del partit i van augmentar el descontentament d’àmplies capes socials, cada vegada més marginades de la vida política.

En la mesura en que els conservadors catalans es trobaven en el marc d’una societat capitalista relativament avançada i que havia emprés la industrialització, eren la mena de conservadors que corresponia a aquesta societat, amb una visió del món diferent a la d’un terratinent com Narváez i als projectes de modernització moderats que responien als interessos del grup social agrari dominant a les Corts de Madrid.

Això pot explicar l’escassa influència que tindrien les idees polítiques de Jaume Balmes en la societat catalana. De Balmes només s’han agafat els aspectes crítics amb la revolució, la denúncia de la mentida que implicava la representativitat parlamentària i la corrupta visió que tenia de la política espanyola. Això succeeix perquè Balmes es trobava a l’ala dreta del partit moderat amb Bravo Murillo, mentre que la major part dels moderats catalans es trobaven més aviat a prop de l’ala esquerra dels anomenats “puritans”. Balmes es preocupava especialment per conciliar la societat moderna amb un món rural que tenia la seva pròpia expressió en el carlisme i estava preocupat per uns problemes allunyats dels que tenien els conservadors urbans catalans.

Leopoldo_O'Donnell.jpg
Leopoldo O'Donnell

Així, els conservadors catalans practicarien una política molt independent de la disciplina fixada pels partits a Madrid i molt més lligada als problemes de la societat catalana i a la defensa dels interessos de la classe burgesa al Principat. Aquest és el naixement del “ministerialisme a la catalana”, es a dir, la col·laboració condicionada amb el govern a canvi d’una sèrie de contraprestacions.

L’autoritarisme del govern moderat va comportar l’oposició i l’aixecament dels progressistes, dels demòcrates i d’alguns sectors moderats defraudats amb l’actuació governamental que practicava una política de fets consumats. Així, a finals de juny de 1854, el general O’Donnell, un moderat descontent, va encapçalar un pronunciament a Vicalvaro amb el suport dels moderats crítics i alguns progressistes moderats. Es demanava l’eliminació de la camarilla propera al tron, que es respectessin les lleis, la llibertat de premsa, una rebaixa fiscal, l’autogovern de les províncies i la creació d’una Milícia Nacional.

Espartero.jpg
Baldomero Espartero

El pronunciament de Vicalvaro va concretar els seus objectius en el Manifest del Manzanares (redactat per Cánovas del Castillo) que reclamava l’acompliment de la Constitució, la restauració de la Milícia Nacional, una nova llei electoral, la constitució de noves Corts i la reducció dels impostos. L’aixecament aviat va extendre’s per tot el país amb la incorporació de diferents caps militars i de grups civils sorgits d’entre els progressistes d’esquerra que van sumar-se al pronunciament en diferents ciutats.

Barcelona va ser la primera ciutat que va sublevar-se després de la proclama de O’Donnell davant de la indecisió del capità general que va veure’s desbordat per l’aixecament popular. Al marge de les conspiracions militars, darrera de l’aixecament hi havia una preparació civil amb una junta de progressistes avançats i demòcrates republicans, on hi destacava Estanislau Figueras, i que comptava amb nuclis guerrillers. Davant d’aquest clima revolucionari, a finals de juliol, la reina va haver de recórrer a Espartero i O’Donell que van formar un govern de coalició entre moderats i progressistes donant pas al Bienni Progressista de 1854-1856.

La Dècada Moderada (1844-1854)

El regnat d’Isabel II s’iniciaria amb l’hegemonia moderada després de l’exili d’Espartero. Per evitar la instauració d’una nova regència, va proclamar-se major d’edat a Isabel II tot i que només tenia 13 anys. Derrocat Espartero, accedia al poder el seu rival conservador el general Ramón María Narváez després de les eleccions de 1844, realitzades sota sufragi censatari, que van donar la majoria parlamentària als moderats.

Isabel II.png
Isabel II

La configuració del règim moderat. La pretensió de Narváez era clausurar l’etapa revolucionària, normalitzar el funcionament de les institucions liberals i crear una legislació bàsica sota la qual estructurar el nou Estat. Aquest havia de fonamentar-se en els principis del liberalisme moderat o doctrinari, en el predomini de l’ordre i de l’autoritat, i combinar la reforma política amb unes fèrries mesures repressives que posessin fi a les expectatives socials i polítiques generades per la dinàmica revolucionària que havia caracteritzat l’anterior etapa.

El règim es va fonamentar en el predomini social de la burgesia terratinent, nascuda de la fusió entre els vells aristòcrates que havien acceptat el liberalisme i la nova burgesia de propietaris rurals. Aquests grups consideraven necessari consolidar un nou ordre que fonamentés les institucions liberals des d’una òptica moderada i que les protegís dels enemics del sistema a dreta (carlins) i esquerra (insurreccions revolucionàries). D’aquesta manera, la corona i una part de l’exèrcit van esdevenir els garants més fidels d’un sistema que no dubtaria a l’hora de falsejar els mecanismes electorals per tal de garantir el triomf del partit del govern.

A Catalunya, el 1844, després dels anys d’agitació social del trienni esparterista, era el moment de deixar la política de banda i tornar a concentrar-se a les tasques quotidianes del treball productiu, l’art i la ciència. Després de l’experiència viscuda en els anys anteriors, la burgesia va acceptar de bona gana que fos el poder central qui controlés l’ordre social a Catalunya, practicant la repressió i mantenint l’estat d’excepció permanent. La universitat va ser depurada i la censura de la premsa esdevingué permanent. Aquesta política d’estat d’excepció permanent, però no podia justificar-se a llarg termini ja que produiria uns costos socials massa elevats i, per això, la pròpia burgesia moderada catalana va buscar decantar la seva pràctica cap a unes fórmules que permetessin assegurar un mínim de concòrdia social.

Ramon_Maria_Narvaez.jpg
Ramón María Narváez

Això resultava difícil en una política espanyola dominada pel partit moderat (que actuava sense cap mena de moderació) i el partit progressista (que era també força moderat) i amb tres personatges clau: Narváez, militar i terratinent que encarnaria el moderantisme immobilista fins 1868 sota l’axioma de governar és resistir; González Bravo, un intrigant i ambiciós trànsfuga de la revolució al moderantisme; i Bravo Murillo, situat encara més a la dreta que els anteriors. En el seu conjunt, la Dècada Moderada suposa una etapa força gris de la història del liberalisme espanyol.

La Constitució de 1845. Quan van arribar al poder, els moderats van fixar unes noves regles del joc reformant el sistema en un sentit retrògrad amb l’aprovació de la Constitució de 1845 que recollia les idees bàsiques del moderantisme. D’aquesta manera, es van suprimir tots aquells elements que podien dificultar a un govern reaccionari legislar en la direcció que li convingués: va establir-se la sobirania conjunta del rei i de les corts, van ampliar-se els poders de l’executiu, van disminuir-se els poders del legislatiu, va restringir-se encara més el dret a vot, i va establir-se un senat no electiu.

La nova Constitució conferia enormes atribucions a la corona, ja que, el partit moderat va propagar que es reforcés el poder monàrquic i l’establiment de la doctrina de la sobirania compartida. Així, a més de la facultat de nomenar ministres, dissoldre les corts i vetar-ne les decisions, li atorgava la facultat de designar el senat, nomenant personalitats rellevants i de la seva confiança.

Els moderats rebutjaven la idea progressista de la sobirania popular. Per a ells, la consolidació i modernització de l’Estat havia d’arribar mitjançant un funcionament extremadament centralitzat de l’administració. Així, els ajuntaments i les diputacions van quedar sotmesos a l’administració central i la Milícia Nacional va ser suprimida. A més, s’atorgava l’exclusivitat a la religió catòlica, que era declarada oficial de l’Estat i s’acordava el manteniment tant del culte com del clergat. Els moderats acceptaven la religió com una necessitat social imprescindible per vigilar la moral pública i, d’aquesta manera, l’Església es convertiria en una arma per controlar el sistema.

IsabelII-constitucion1845.jpg
Isabel II jurant la Constitució de 1845

El text constitucional, mantenia gran part de l’articulat de la Constitució de 1837, sobretot pel que fa a la declaració de drets, però la seva regulació es remetia a lleis posteriors que van ser enormement restrictives amb les llibertats. Així, un decret de 1845 va regular la llibertat d’impremta i va suprimir el jurat per a aquest tipus de delictes, fet que, a la pràctica, comportava el control governamental sobre la premsa i la restricció d’una de les llibertats bàsiques defensades pel liberalisme. Per exemple, per a obtenir el permís per editar un diari era necessari el vistiplau del cap polític de la regió i pagar una alta quantitat de diners.

Finalment, la Llei electoral de 1846 va plantejar la introducció d’un sufragi censatari molt més restringit encara, no superant l’1% de la població. Només tenien dret a vot els majors contribuents de cada localitat i algunes personalitats destacades de la cultura, l’exèrcit, l’administració i l’Església. A més, es va imposar el sistema de districtes uninominals, que afavorien el predomini del vot rural que presumiblement era més conservador, facilitaven la intromissió governamental en les eleccions i convidaven al falsejament electoral. D’aquesta manera s’evitava que arribessin al poder forces alienes a l’oligarquia moderada i els progressistes veien com es tancaven tots els camins per accedir al poder mitjançant les eleccions regulars.

El Concordat amb la Santa Seu. Un dels principals objectius dels governs moderats va ser la millora de les relacions amb l’Església, que en gran part s’havia mostrat contrària al liberalisme i propensa a donar suport al carlisme davant de les reformes progressistes. Per això, la venta de les terres desamortitzades del clergat va ser aturada, els béns que encara no s’havien subhastat van tornar a mans de l’Església i va establir-se un finançament públic per al clergat i pel culte catòlic.

Així va acordar-se un nou Concordat amb el Vaticà el 1851. El papat reconeixia Isabel II com a legítima reina d’Espanya mentre que l’Estat es comprometia al sosteniment de l’Església espanyola, al restabliment dels ordres regulars, a la concessió al clergat d’àmplies competències en ensenyament i al reconeixement del catolicisme com a religió oficial. A partir d’aquest moment, l’Església veuria incrementat el seu poder econòmic i potenciat l’ensenyament religiós, fet que va portar la seva jerarquia a donar suport la nova monarca.

La institucionalització de l’Estat liberal. La feina política essencial dels moderats va consistir en la centralització política, la uniformització i la jerarquització administrativa de l’Estat mitjançant un seguit de lleis i reformes administratives que van donar cos a aquest procés.

Alejandro_Mon.png
Alejandro Mon

En primer lloc, el govern moderat va endegar la necessària reforma fiscal a través de la Llei Santillán-Mon de 1845. La reforma buscava augmentar els ingressos de la hisenda pública racionalitzant el sistema impositiu, centralitzant el cobrament d’impostos en mans de l’Estat i propiciant la contribució directa segons la propietat. Els impostos es van dividir en directes (béns i indústria) i indirectes (gravant les hipoteques, les herències i els articles de consum). Els ingressos indirectes eren potenciats arribant a ser el 60% de la contribució territorial. Això suposava que una quarta part dels sous del treballadors anaven a parar a pagar els impostos derivats dels consums. Aquesta mesura generarà moltes protestes. D’altra banda, el deute públic es consolidava per garantir uns alts interessos per aquelles persones que adquirissin bons de l’Estat.

Per a posar fi a la dispersió de lleis pròpia de l’Antic Règim, es va plantejar la unificació de codis amb l’aprovació del Codi Penal de 1848 i l’elaboració d’un projecte de Codi Civil que, tanmateix, no va ser aprovat fins anys més tard.

També es va endegar la reforma de l’Administració Pública, amb la reorganització dels càrrecs de l’Estat i la creació d’una llei de funcionaris que en regulava l’accés. A més, es va reordenar l’administració territorial, sempre seguint els criteris centralitzadors de la divisió provincial introduïda el 1833, mitjançant l’enfortiment dels governs civils i militars així com de les diputacions provincials.

Ramón_de_Santillán_González.jpg
Ramón de Santillán

Respecte del control del poder municipal, seguint els principis moderats, la Llei d’Administració Local de 1845 va disposar que els alcaldes dels municipis de més de 2.000 habitants i de les capitals de província fossin nomenats per la corona, metre que el governador civil seria l’encarregat de designar els alcaldes dels municipis menors. D’aquesta manera es creava una estructura jerarquitzada i piramidal en la qual cada província depenia d’un poder central resident a Madrid, el Ministeri de la Governació, del qual depenien directament els governadors civils.

Ara bé, el temor que una centralització tan gran ocasionés una eventual revifalla de la insurrecció carlina va propiciar que, pel País Basc i Navarra, es busqués una solució intermèdia en la qüestió foral. Així, un decret de 1844 va acordar el manteniment en aquests territoris dels ajuntaments forals i de les Juntes Generals, tot i que va traslladar les duanes als Pirineus.

D’altra banda, tot i les grans prerrogatives de l’Església en el camp de l’ensenyament, es va establir un sistema nacional d’instrucció pública que regulava els diferents nivells de l’ensenyament (educació elemental, secundària i universitària) i elaborava els plans d’estudi. Aquesta legislació, però, no es completaria fins el 1857 quan va aprovar-se la primera gran llei d’educació espanyola: la Llei Moyano.

Una mesura molt polèmica dels governs moderats va ser l’establiment del sistema de quintes per a regular el reclutament de l’exèrcit. Així, una cinquena part dels habitants que tenien l’edat d’anar a l’exèrcit eren obligats a anar en un sistema arbitrari. Tanmateix, a canvi d’un pagament de diners, l’Estat alliberava els quints de l’obligació d’anar a l’exèrcit, el que va suposar la formació d’un exèrcit de proletaris.

Finalment, seguint els principis d’uniformització, es va dissoldre l’antiga Milícia Nacional, vinculada a les diferents ciutats i províncies, i, el 1844, es va crear la Guàrdia Civil. Aquest seria un cos armat amb finalitats civils, però amb una estructura militar, que es faria càrrec del manteniment de l’ordre públic, sobretot al medi rural. Amb l’aparició de la Guardia Civil, una institució depenent del Ministeri de la Guerra, es garantia la presència de l’Estat a tots els punts del territori espanyol.

Les agrupacions polítiques del liberalisme espanyol del segle XIX: moderats, progressistes i demòcrates

Els partits polítics que integraven el liberalisme espanyol del segle XIX no eren pas com els entenem actualment. No es tractava de grups compactes i homogenis amb una ideologia i un programa ben definits, sinó que més aviat constituïen agrupacions de personalitats organitzades al voltant d’algun notable, ja fos civil o militar. Més que partits organitzats, eren corrents d’opinió i camarilles, vinculades a partir de les relacions personals o els interessos econòmics, que s’unien per participar en les eleccions amb l’objectiu principal de controlar les diferents parcel·les del poder.

El sistema polític configurat per la Constitució de 1837 va articular-se a través de dos grups polítics, el moderat i el progressista.  La confrontació entre ambdós partits no estava motivada per la seva composició social ja que, tot i la seva heterogeneïtat (grans terratinents, arrendataris i camperols acomodats, financers i comerciants, professionals liberals, alts càrrecs de l’administració, empresaris i industrials catalans, “nous rics” que havien fet fortuna gràcies a la desamortització i l’abastiment dels exèrcits), aquesta no va ser una dificultat per avançar cap a la configuració d’un liberalisme oligàrquic, marginant així a altres forces polítiques i socials subalternes de la burgesia com els demòcrates i els republicans que es formarien a l’esquerra de moderats i progressistes.

Models ideològics i constitucionals comparats de moderats, progressistes i demòcrates:

MODERATS PROGRESSISTES DEMÒCRATES
Sobirania Sobirania compartida: Rei i Corts Corts: Sobirania Nacional Sobirania popular: Corts (democràcia)
Poder Executiu Rei: designa lliurement els ministres i pot dissoldre les Corts Limitació del poder executiu
Poder Legislatiu Corts bicamerals: Senat d’elecció reial Senat elegit per sufragi Corts unicamerals. Diputats retribuïts
Dret de vot Sufragi censatari molt restringit (0,8%) Sufragi censatari més ampli Sufragi universal masculí
Poder municipal i provincial Ajuntaments i Diputacions escollits pel govern Ajuntaments i Diputacions escollits pels veïns o votats pels electors Autonomia dels municipis i províncies que escollen Ajuntaments i Diputacions
Religió Religió Catòlica única Manteniment del culte catòlic Llibertat de religió
Drets i llibertats Drets restringits per les lleis Llibertat de premsa Dret de reunió i associació
Classes que els recolzen Aristocràcia i Alta Burgesia (terratinents i rendistes) Classes mitjanes urbanes (industrials i comerciants) Classes populars
Altres Ordre públic.

Reforçament de la monarquia.

Tractats amb l’Església.

Milícia Nacional.

Lleis desamortitzadores.

Judicis amb jurats.

Legitimitat de la Revolució.

Milícia Nacional.

Judicis amb jurats. Reforma del sistema fiscal.

Intervenció estatal en assistència social i educació pública.

Limitació d’edat per treballar.

Model constitucional Constitució de 1845 Constitució de 1837 Constitució de 1869

Els moderats:

Els moderats eren els antics afrancesats i es definien a si mateixos com a “persones d’ordre”. La seva base social la formaven els terratinents, els propietaris, l’alta burgesia, intel·lectuals conservadors i el comandament de l’exèrcit, així com les restes de la vella noblesa i el clergat. Els seus principals representants van ser Martínez de la Rosa, De Burgos, Floridablanca, Ramon María Narváez i Francisco Bravo Murillo. Les antigues elits van anar integrant-se des de 1832 en el partit moderat, però també formaven part del mateix el gruix de la burgesia industrial catalana i inclús antics liberals exaltats com Alcalá Galiano, Andrés Borrego, Istúriz o Flórez Estrada (desenganyat pel desenvolupament de la desamortització de Mendizábal).

Defensaven el dret a la propietat com a garantia de l’ordre que volien defensar i preservar, per això restringien el sufragi en funció de la riquesa dels electors. Consideraven la llibertat com un bé individual, però hi feien passar per davant els principis d’autoritat i ordre social, de manera que desconfiaven de la participació de les masses en la política, que havia d’estar en mans de la minoria propietària i il·lustrada.

Entenien la sobirania de forma restrictiva, compartida entre les Corts i la monarquia, a la qual li atorgaven amplis poder d’intervenció en la vida política (nomenar ministres, dissoldre les Corts, vetar lleis, etc.), a la vegada que defensaven el bicameralisme perquè la cambra alta (dels pròcers) realitzés una segona lectura moderada i conservadora de les lleis. També es mostraven partidaris de limitar els drets individuals, però especialment els col·lectius com les llibertats de premsa, d’opinió, de reunió i associació. Finalment, defensaven la confessionalitat de l’Estat, atorgaven a l’Església catòlica una gran influència social i representaven, en definitiva, l’opció més clerical del liberalisme.

Els progressistes:

Els progressistes es consideraven a si mateixos com els “defensors de la llibertat”. Escindits del liberalisme conservador en el Trienni Liberal, la seva base social la formaven la mitjana i petita burgesia, l’oficialitat mitjana de l’exèrcit, i les classes populars urbanes (artesans, comercials, professionals liberals, etc.) que tenien com a denominador comú l’esperit de reforma de l’Estat. Entre els seus principals dirigents van destacar Juan Álvarez Mendizabal, Calatrava, Madoz, Almodovar, Baldomero Espartero i Joan Prim.

Defensaven el principi de la sobirania nacional com a font de legitimitat i el predomini del poder legislatiu, les Corts, en el sistema polític com a representants populars, metre que rebutjaven la intervenció de la corona en la vida política per atribuir-li només una funció moderadora. Defensaven la unicameralitat del parlament, però un cop van acceptar la presència d’una cambra alta, demanarien que els seus representants també fossin escollits per sufragi. També eren partidaris d’enfortir els poders locals (ajuntaments electius, Milícia Nacional, etc.) i d’ampliar els drets individuals i col·lectius (llibertat de premsa, llibertat d’opinió, llibertat de religió, etc.). Mantenien el principi del sufragi censatari, però defensaven l’ampliació del cos electoral. Propugnaven la necessitat d’una reforma agrària per posar fi a la propietat vinculada i preconitzaven limitar la influència social de l’Església.

La Unió Liberal:

El 1854, a partir d’una escissió dels moderats, va aparèixer un nou partit polític a Espanya, la Unió Liberal que atrauria cap a les seves files a sectors moderats i a alguns dels membres més conservadors del progressisme. Aquest partit pretenia constituir-se com a opció centrista entre els dos partits clàssics del liberalisme espanyol, però ideològicament no representava pas cap novetat. Així, la Unió Liberal era bàsicament una coalició política amb finalitats de govern que agrupava aquells sectors descontents amb la política practicada pels moderats en el govern. Els seus grans impulsors van ser Leopoldo O’Donnell i Francisco Serrano.

Els demòcrates i els republicans:

El 1849, una escissió dels progressistes va ser l’origen de la constitució formal del Partit Demòcrata. En el seu programa electoral i de formació com a partit es troben, a més de l’ampliació dels drets polítics a tota la població, una sèrie de drets socials. Així, reivindicacions com la sobirania popular, el sufragi universal masculí, la Milícia Nacional, l’abolició del sistema de quintes per al reclutament del servei militar, la reducció de l’exèrcit regular, la simplificació de l’administració central, la generalització de l’educació primària de forma gratuïta i el dret a la llibertat de premsa bastirien el programa dels demòcrates.

La seva força provenia, fonamentalment, de les classes populars urbanes, tot i que la semiclandestinitat en la que havien d’actuar també va abocar-los a una certa relació amb l’obrerisme. La major presència del Partit Demòcrata es localitzava a Catalunya, Madrid i Andalusia, i el període en que van poder actuar públicament amb una major llibertat va ser el Bienni Progressista (1854-1856).

El desprestigi de la monarquia d’Isabel II i l’estat de repressió que afectava als demòcrates va acabar afavorint als sectors més radicals del partit que van participar en intents insurreccionals contra el règim isabelí. A la vegada, amb el pas del temps, el perfil dels demòcrates anirà accentuant el seu caràcter republicà i socialista amb l’aparició de diferents tendències: republicans, demòcrata-progressistes (J.Mª. Orense), socialistes, fourieristes, proudhonians i krausistes (Salmerón). Els republicans, amb un programa polític més social i popular, defensaven la República com a única opció veritablement democràtica.

L’AUTOR


Vicente Moreno Cullell (Barcelona, 1981) és llicenciat en Història per la Universitat Autònoma de Barcelona. Professor d’educació secundària, és membre del Centre d’Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica (CEFID-UAB).

EL BLOG

Ciències Socials en Xarxa és un espai de divulgació que intenta apropar d’una manera didàctica el món de la història de les civilitzacions, la cultura i l’art a tots els lectors. Un blog que busca explicar la nostra història, com a catalans i com a ciutadans del món. Perquè saber qui som, d’on venim i quin és el nostre passat és bàsic en una societat canviant com la que hem de viure.

Per contactar, podeu deixar un comentari al blog o enviar un e-mail a socialsenxarxa@gmail.com. Qualsevol aportació, per part de tots els visitants, serà benvinguda.

ÍNDEX DE CONTINGUTS