Extracte de l’obra Fluctuaciones económicas e Historia Social de l’historiador francès Camille-Ernest Labrousse:
Las transformaciones políticas se realizan a pesar de los hombres políticos. Cuando el acontecimiento surge y se convierte en realidad los Gobiernos no creen que sea verdad y el revolucionario medio no lo desea.
Si recordamos las revoluciones de 1848, 1830 y 1789, no hay personaje más tranquilo, la víspera, que Luis Felipe, ni hombre más seguro del provenir que Carlos X en la víspera de las Tres Gloriosas… ¡Y no hablemos de la Corte de Luis XVI entre mayo y julio de 1789!
No cabe duda de que se dan muchos tipos de revoluciones. Existen revoluciones populares y pronunciamientos, revoluciones de masas y revoluciones palatinas. La Revolución de 1789 ha sido una revolución de masas. Pero estas pueden ser espontáneas o dirigidas. Las espontáneas las improvisa el ímpetu popular y escapan en mayor o menor medida de la influencia directa de las épocas. Las dirigidas obedecen, por ejemplo, a la influencia decisiva de un partido de masas.
Nada semejante ocurre en 1789. No existe un ejército organizado de la Revolución. Es el levantamiento en masa, voluntario e improvisado. Pero hay muchos tipos a estudiar en las revoluciones de esta naturaleza. Las hay de tipo endógeno y de tipo exógeno. La revolución endógena es la que nace de una situación interior, y sólo de ella, y que sigue libremente su curso hasta su fin. Es el caso de las tres revoluciones francesas.
El año 1789 no ha experimentado la influencia ni de la invasión ni de la ocupación ni de un choque exterior. Se puede establecer la consecuencia de que las revoluciones del primer grupo presentan un mayor carácter social que las del segundo. Estas son más bien de tipo nacional o de tipo mixto, nacional y social.
Por último, para realizar una Revolución de las del tipo de 1789, para que las masas se pongan en movimiento, cuando no existe un programa de acción de un gran partido popular ni el choque traumático de la derrota o de la ocupación, la única fuerza suficientemente poderosa será un hecho, un hecho que afecte a las masas: el hecho económico constituye el tipo más perfecto. Existe tensión económica en 1789: dos malas cosechas de cereales. El alza violenta del coste de la vida popular en 1788-1789 la provoca la subida del precio de los granos, cuya fuerza explosiva puede comprenderse si se recuerda que, en el presupuesto popular medio, en el presupuesto del obrero y del peón, los gastos en pan representan entonces, un año con otro, alrededor del 50% de los gastos totales.
Sin embargo, existen crisis económicas decanales, pero no hay revoluciones decenales. Se necesita, para que se constituya esta especie de mezcla explosiva que va a ser la Revolución, que intervengan otros elementos, y, concretamente, es necesario que la crisis económica coincida con la crisis política.